La vida de la Archicofradía transcurre con normalidad en sus cultos, novena, procesión y misas de difuntos, así aparece en el acta del cabildo general de 1877. Además de la buena marcha de las cuentas de la hermandad se pone de relieve la vitalidad de la misma. En la reunión del 14 de marzo del mismo año se reseña que la Archicofradía recibe un donativo de 320 reales del torero Rafael Molina y Sánchez “primera espada en el arte del toreo”, donde él y su mujer consta su ingreso en la hermandad. El torero Lagartijo es hermano de la cofradía de Jesús Caído que se reorganiza en 1874.
En la Revista Miriam del mes de julio de 1950, dedicada toda ella a la preparación del VII Centenario de la Entrega del Escapulario a San Simón Stock (1251-1951), aparecen una serie de entrevistas a personajes de la vida social y cultural de la época, testimoniando la devoción al Escapulario de la Reina del Carmelo. Entre estos personajes se sitúa Dª. Angustias, la madre del torero Manolete, ya fallecido en estos momentos. Una de las preguntas de la entrevista es la siguiente: ¿Es cierto que el Escapulario del Carmen que usaba lo llevó el Guerra? Contesta su madre: “Así es. Ese Escapulario tiene historia. Cuando murió el Guerra su mujer se lo regaló a mi marido. Al morir mi marido, yo lo guardé y cuando Manolo se hizo mayorcito se lo entregué. Mi hijo lo llevaba consigo casi siempre”.
También se conserva una carta del Excmo. Sr. D. Álvaro Domecq, publicada en esa misma entrevista:
“Por los demás, Manolete era amantísimo de la Virgen del Carmen. De pequeño subía a menudo con sus hermanas a la iglesia de los PP. Carmelitas Descalzos de su ciudad natal. Encumbrado al pináculo de la fama taurina no por eso cesaron sus visitas a la Santísima Virgen y a dicha comunidad con la que había intimado.
Asimismo ha de recordarse su devoción a las imágenes de Jesús Caído y Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad, de cuya cofradía fue Hermano Mayor…”
Hay una fotografía en la que aparece Manolete acompañado por los religiosos del convento, P. Daniel, P. Justo, P. Sabino, etc. La fotografía está tomada en la Huerta del convento en el año 1941 con motivo de haberse comprado el torero durante su gira por México un “Aiga”, un automóvil descapotable de lujo de la época de color azul, siendo bendecido por los frailes carmelitas descalzos a los que el diestro mostraba un gran afecto. Sirva este notable ejemplo para hacer patente su relación con la casa de San Cayetano, así como su devoción a la Madre del Escapulario.