Pasará así, de este modo, a los anales de Córdoba, como una de las celebraciones más grandiosas vividas en la ciudad en su historia reciente. El 12 de mayo de 2012 ha marcado un antes y un después en la preparación, cuidado en cada detalle, organización y puesta en escena de una Coronación Canónica. Todo el mundo cofrade, más veteranos o menos, pregoneros, exaltadores, costaleros, capataces, hermanos mayores, cofrades ejemplares y tantos otros han subrayado que la meticulosa preparación durante cuatro años y la profunda implicación del pueblo fiel y devoto han conseguido una Coronación efusiva, vibrante, emotiva, llena de calor popular, a la par que elegantemente grandiosa y solemne.
La multitudinaria respuesta de los fieles en la Santa Iglesia Catedral supone una celebración sin precedentes en la memoria de todos, esa cifra de diez mil almas arropando a la Madre del Carmen es el culmen de una expectación que corría por la ciudad desde hace tantos años de preparación intensiva que la ha sentido como algo suyo.
Igualmente histórica es esa presencia de un centenar de hermandades en el cortejo procesional, algo verdaderamente único, donde hermandades de solera andaluzas se desplazaron a Córdoba para no perderse este acontecimiento.
Fue así, el mundo cofrade andaluz, y también de otras zonas de España, ponía sus ojos en Córdoba ante lo que era una evidencia: multitud de conciertos, exposiciones artísticas con exquisitos catálogos, catequesis, ciclos, congresos, etc. Ante todos se desplegaba un abanico extraordinario de actos pleno de detalles. Nadie quedó al margen, ni desde la Conferencia Episcopal Española, de las autoridades, las hermandades o el sencillo devoto de la Virgen, ni la prensa, internet o los medios de comunicación en general. Todos han seguido con entusiasmo lo relacionado con la Coronación del Carmen de San Cayetano.
Pero si algo sobrecogió a todos fue la solemnidad y el calor popular aunados perfectamente en el Pontifical y en la Procesión Triunfal de regreso a San Cayetano. Los vivas, las petaladas, los aplausos, la multitud enfervorizada,... todo ello quedará para siempre en la memoria de esta Córdoba eterna que desde aquel día siente en la Virgen del Carmen Coronada una de sus señas de identidad cristiana y mariana.