Tras la gloriosa e histórica procesión de Santa Teresa, la familia carmelita vivió una jornada espiritual e intimista en la Iglesia conventual de las Madres Carmelitas descalzas de Santa Ana. Allí se celebró el besamanos extraordinario a la Santa Madre con la devota y majestuosa imagen que guarda el convento de San José y también tuvo lugar el segundo día de triduo en su honor. Tras la eucaristía, la juventud carmelita tuvo a bien organizar una vigilia de oración dirigida especialmente a los más jóvenes.
Entro lo anecdótico, hay que destacar la presencia de varias reliquias de la Santa que hacen aún más cercana su presencia entre sus hijas, como el dedo meñique de la mano derecha que celosamente guardan en la clausura y un lienzo enjugado con la esencia de sus restos.
Durante todo el día la imagen de la Santa estuvo acompañada por un nutrido grupo de devotos que no quisieron perder la ocasión de admirar su belleza espiritual, en una jornada en la que en nuestra ciudad Santa Teresa de Jesús quiso dejar el birrete de doctora para convertirse en maestra de oración y priora.
Fotografías de N. H. D. Miguel Arroyo García.