Ya han pasado sus celebraciones, toda la ciudad de Córdoba ha venido a visitarla, a besar su mano o a rezarle por sus calles y plazas. Ahora Ella, la Madre del Escapulario, espera a sus hijos e hijas que se acerquen hasta su Monte Carmelo de la Cuesta de San Cayetano para que le cuenten sus cosas, le pidan, le den gracias, le sonrían o simplemente, estar bajo su mirada.
Presidiendo desde su camarín, nunca dejará esta Amorosa Madre de cuidar de todos sus hijos, bajo su capa blanca entramos todos. Cuidada y mimada por los suyos, es tiempo de acudir, como los cordobeses lo han hecho desde siglos a sus plantas para encontrar en Ella refugio y amparo.
En su camarín, vestida con uno de los hábitos que le regaló la Marquesa de Benamejí, aparece como Reina en su sencillez carmelitana, como Madre protectora y Abogada del Purgatorio.