En la tarde noche del 1 de noviembre, la Virgen del Carmen
Coronada volvería a recorrer las calles de su feligresía en su tradicional
rosario por las Almas de todos los Difuntos, se asomo a cada casa y, siendo
sábado, salvó las almas de cuantos en aquellas moradas vivieran en años pasados
y dio consuelo maternal a los que ahora las habitan. Las calles estrechas de
uno de los barrios más castizos de la ciudad daban cobijo a la Pescadora de
Almas, que en rosario público iría a visitar a su Vecina, tras haber vuelto a
su antigua casa.
En la puerta de San Agustín, la hermandad de la Virgen de
las Angustias Coronada recibía a la Virgen del Carmen Coronada, valgan estas
líneas de agradecimiento a esta corporación, que recibió a Ntra. Madre de una
forma Solemne y Elegante como es tan propio de ellos y de los que sienten a
María como su Madre. El cruce de la miradas de ambas Sacras Imágenes de la
Madre de Dios seria el principio de una misa marcada por un amor filiar entre
los hermanos de las dos corporaciones, que recordaban en esa noche a todos sus
fieles difuntos.
Tras la misa, la Virgen del Carmen se despidió de su Vecina,
la Virgen de las Angustias y volvería a su Casa Conventual de San Cayetano para
terminar con el rezo de la Salve.
Fotografías de N.H. D. Miguel Arroyo García.