El calor es el clima, la temperatura habitual de las hermandades de gloria. El calor es extrovertido, invita a salir a la calle. El calor es el clima que envuelve a la Virgen de San Cayetano en su procesión de julio. La Archicofradía del Carmen es la felicísima restauración de una devoción que se había dormido, que se había ido diluyendo, pero que, en las últimas décadas revitalizó sus raíces dando lugar al pujante presente que ahora goza, culminado con la gloriosa coronación canónica del año 2012. Trabajo y buena gestión de sus juntas de gobierno, y de los carmelitas, han posibilitado la puesta al día de la cofradía: cultos celebrados con esmero, buscando la participación, embelleciendo los detalles, realzando el significado profundo de la Virgen real, por medio de la bellísima imagen escultórica.
Extiendes tu mano, Señora, mis labios la besan.
Tu mano de nácar mis dudas despejan.
Hoy beso tus manos, pero en cada beso,
eres Tú quien besas,
quien más amor pone a los besos míos,
porque la tibieza,
la fe vacilante, les restan verdad, valor y franqueza.
Pero, aunque mis besos no me comprometan
a seguir los pasos del Niño bendito que en tus brazos llevas,
perdóname Madre, perdona mis dudas,
perdona mis quejas, perdona el temor,
esa cobardía que me hace callar,
no anunciar tu nombre: Carmen,
nombre que es poema, canción, letanía,
nombre que es belleza, belleza divina, la belleza eterna.
Nombre que, el temor y la cobardía,
a veces silencian estos labios míos,
que tanto te besan.
Por eso, Señora, dame valentía,
para que mis labios, al besar tu mano,
se impregnen de gracia, se impregnen de fuerza,
del impulso y soplo que les haga hablar
con fe y sin flaqueza de las causas tuyas,
de las causas nobles, de las causas justas,
de las causas buenas…
todas esas cosas que el mundo desprecia,
que el mundo arrincona,
y que son las cosas que tú nos ofreces en tu mano blanca,
esa que al besar, a nosotros besa.