Cuando el calendario marca el
ecuador del mes de julio, las fiestas del Carmen llegan a su fin: días intensos
de preparativos y cultos han quedado atrás, abriendo paso a esa esperada salida
procesional en el gran día del Carmelo, dieciséis de julio.
Un año más, la cuesta de San Cayetano esperaba uno de esos momentos que
se clavan en la retina del cofrade y que penetran en la mirada del pueblo, fiel
a su cita con la Madre. La Sociedad Filarmónica de Nuestra Señora del Carmen de
Salteras había tomado posiciones para mimar con la música a la Madre de Dios en
su caminar por las calles cordobesas. No cabía un alfiler en ese nuevo Monte
Carmelo que se recrea cada año.
Con puntualidad inglesa, a las nueve de la noche, la cruz de guía
anunciaba un cortejo cuidado hasta en el más mínimo detalle. Era imposible no
fijarse en la gran cantidad de niños con hábito carmelita, gran cantera para el
futuro de una Hermandad; y cómo no, en esa nueva pieza artística, el guión de
coronación, que nos recordaba aquel gran momento de la Coronación de Nuestra
Madre hace poco más de un año.
El nuevo recorrido, que la Virgen ya anduviese en otra época, quedó a la
altura de lo que esperaba el público expectante en cada una de las calles. Fueron
imágenes que ya forman parte del recuerdo: una petalada que sus hermanos le
regalaron bajo el arco de la Torre de la Malmuerta; unos Jardines de la Merced
que se habían quedado pequeños para acoger al gran público; una estampa muy cordobesa
junto al Cristo de los Faroles; y una multitudinaria Cuesta del Bailío, momentos
únicos e inéditos para la gran mayoría.
Impresionante es el adjetivo que resume la salida procesional en este
año 2013, porque impresionante fue el calor humano y la devoción de un pueblo
consagrado a María. La Santísima Virgen
del Carmen Coronada, una vez más, derramó su gracia en una noche de profundas
emociones.
Mª Elena Murillo Paños
Fotografías: Tete DJ Córdoba